
Maldita voz de crucigrama que me sigue hasta el confín de mi desfachatez, quisiera poder olvidarte, lavarte de mi como una aguacero sin tormenta, en donde solo queda el recuerdo de aquel olor a hierva seca.
Tu culpa ha sido mi remedio, sigues ahí con tu presencia y yo no intento moverme de lugar, estúpidamente temo perderte aunque ya lo halla hecho, me aferro a los recuerdos, no quiero callar.
Vetas mis letras, cada espacio en el que hábito, como si siempre hubieses pertenecido a mi alma que locamente vaga por tu infinito, que no me ofrece nada más que una tierra árida llena de errores y secuelas, que duelen con cada paso cuando te alejas.
No vienes, ni te vas, hoy me enloqueces, tienes mi mundo de cabeza, siento morir, siempre siento morir, obstinadamente poseo todos los motivos para seguir acá, a tu lado, te necesito.