lunes, 19 de abril de 2010

Ping Pong


Guarde tus fotos bajo mi cama, en aquella caja color azul que me habías fabricado hace un par de meses atrás, cuando aún me querías, cuando aún me sentías.
Había decidido no modificar nada de lo que se encontraba dentro de la caja, pero no pude cumplir mi objetivo y recorte tu rostro en todas las fotos que coleccione junto a ti.
Solo quería jugar contigo siempre, enfrentarnos en ese torneo de ping pong que solíamos hacer cada mañana al despertar, en donde la pelota tocaba mas de una vez al suelo, pero rápidamente se incorporaba con las manos y continuaba su rebote.
No quería reiniciar el partido, la configuración de los datos del marcador eran perfectos para mí, aunque todas las variables siempre te favorecían, derrotándome cada día en medio del campo falso de madera color verde.
Me desplazaste, te desplace, no hubo aplausos de gramilla, ni siquiera de aficionados, solo silencios que invadieron nuestro juego, ya no se escuchaba el rebote de nuestra pelota, ya las raquetas no tocaban nuestro corazón y la mesa no sentía nada mas que calma, se acabo nuestro juego, se termino el partido de siete meses escasos para toda una vida prometida.

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