Vamos a pasear por tu encanto de
recuerdos y tu sabor a chocolate amargo, malditos discípulos.
Arrancan flores desconsoladas
que crecen a orilla del riachuelo, en donde mi voz se pierde al llamarte, al
mencionarte, te hundes sin mi.
Ágape fecundo es tu miseria, si
mucho mas que decir, todo esta seco, miserable, tal y como lo recuerdo…
inexistente.
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