lunes, 26 de septiembre de 2011

Mar



Mar, su nombre es Mar, así solía llamarle, lo intento pero jamás consiguió atarle, podía tumbarse horas sobre su cuerpo bronceado, jugaba a robarse su aliento y optaba por quedarse con el recuerdo de su larga cabellera oscura, en verdad no tenia otro nombre más para ella, su olor era todo en lo que podía pensar… le amaba.

Ondeaba su vestido gracias al viento, era perfecta, era el océano, era su adicción, se iba escapada frente a sus ojos y volvía sin remordimientos a sus manos, bendita boca de nácar, no había comparación. Le escuchaba llegar, era un suplicio no imaginarle entrar a su vida, más sabía de sobra que nunca sería suya, igual le perdonaba antes de que lo abandonase nuevamente, era parte de su naturaleza, de su esencia.

Midió sus dedos, eran largos, estilizados, siempre bajaban por su espalda acariciando su piel, aquella con la que jugaba sin medida, la que solía oler a mar en calma por días, para luego desbocarse, desvanecerse como siempre… ella era su Mar, su dama, su maldición, se retorcía en la arena y reclamaba a la Luna, su única solución. Juraba no volver a extrañarle e intentaba desangrarse cuando su presencia regresaba, no podía abandonarle, más ella siempre le dejaba, era su manera de comprometerse, era lo único que podía ofrecerle, ella era como el mar, con aguas tricolores, profundas, turbias, sin predicciones establecidas y con posibles cambios de pensar, ella fue solo eso, su vida naufraga, su Mar…

sábado, 17 de septiembre de 2011

Reencuentros

Plegarías ofensivas, no tenía mucho más que hacer… sola en su compañía, optaba por abandonar cada pensamiento asertivo, a veces es mejor huir, no era la mejor estrategia pero funcionaba en su mundo. Nunca había más que un hoy, talvez una madrugada de compañía era lo que se acercaba a un algo, pero no más que eso, no poseía campo para el arrepentimiento.

Pensó en crucificarle, mortificarle y lo logró, caía cada noche con la luna bajo sus cabellos, era su mejor cómplice, su noches se quemaban, sus días desaparecían con solo mencionarlo, ninguno lo supero, él siempre se quedo en su recuerdo y ella siempre logró que la esperase… no era algo tangible, sus pensamientos eran de todos y cualquiera hubiese calzado.

Él siempre la espero, eso sí con otra bajo el brazo y ella se alimento con algo más que unas lagrimas, le gustaron los corazones desde ese instante, todos se comían a la parrilla para no dejar rastro.

Celos inútiles, siempre existía alguien más para ambos, aunque cada quien regresaba a ratos a su compañía furtiva, de paso como el compromiso de olvidarse cuando se tendiera la cama de sábanas arrugadas, sin sollozos y sin lamentos, los años fueron apaciguando algún tipo de dolor existente, si es que lo hubo de alguno.

Hoy su parte se fue, no porque que quiso, solo se fue… no tenía mucho que decirle, dormía con muchas y soñaba con una, con ella, más nunca se lo mencionó, su compañía era algo más que una presencia constante, era su fuerza y él hoy se fue, se escabullo como un ladronzuelo…. Su parte se fue, ella se fue… Ambos se fueron….